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  • Foto del escritorDr. Oscar Alejandro Palma

Reflujo Gastroesofágico


La enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE), es una de las enfermedades más comunes del aparato digestivo.

En Estados Unidos entre el 4 y 9% de la población sufre de agruras diariamente, de 10 a 15% las sufren al menos una vez cada semana y suele ser la causa principal de consumo de antiácidos.

En nuestro país, gran parte de la población considera las molestias del reflujo como una condición de indigestión, prácticamente normal, consecuencia del consumo de alimentos irritantes, grasosos o muy abundantes. La mayoría de las personas suele automedicarse; una pequeña parte consulta con su médico general y, sólo cuando la enfermedad es grave o tienen alguna complicación, acuden con el especialista.

¿Qué es el reflujo y cuándo debemos preocuparnos? El reflujo, es una enfermedad digestiva en la que el contenido del estómago, que puede ser ácido o biliar, regresa al esófago. El reflujo se convierte en sintomático cuando es producto de una prolongada exposición de ácido, y se convierte en enfermedad cuando persiste y se presenta a horarios anormales: durante el sueño, al estar de pie o cuando la cantidad y calidad de lo refluido no es normal.

Síntomas: El síntoma principal es la sensación de quemadura por detrás del esternón llamada pirosis y mencionada por el paciente guatemalteco como “agruras” o “acidez”, generalmente se acompaña de sensación de llenura después de comer, regurgitación, dolor en la parte alta abdominal.

También el paciente puede manifestar eructos (espontáneos o provocados) con la finalidad de arrojar “aire” y aliviar la sensación de llenura. Estas molestias se producen después de ingerir alimentos, y se intensifican cuando el paciente se recuesta, toma una siesta o después de cenar.


Otros síntomas pueden ser: dolor de pecho, palpitaciones, palidez, sudoración, náuseas y vómitos. En estos casos, hay que descartar de forma inicial una causa cardiaca, y si la evaluación por el cardiólogo indica que no es de origen cardiaco, se debe iniciar con el diagnóstico gastrointestinal. Entre los síntomas respiratorios podemos encontrar: espasmo bronquial, tos y neumonías. Muchos pacientes pueden padecer laringitis, faringitis, sinusitis, otitis, siendo la causa de estas enfermedades el mismo reflujo.

En los casos en los que el paciente presente signos de alarma, como pueden ser : dificultad y dolor para tragar, hemorragia, pérdida de peso, dolor en el tórax, tos nocturna, acortamiento de la respiración; síntomas de larga evolución o, que pese a haber recibido tratamiento, no haya mejorado, está indicado realizar exámenes diagnósticos complementarios.

El estudio inicial e ideal es la endoscopía superior con la que se obtienen imágenes en vivo de la mucosa y se toman biopsias dirigidas, que con la ayuda de las nuevas tecnologías cómo la cromoendoscopia, son más exactas y mejoran el diagnóstico. Si la endoscopía resulta negativa se recurre a la medición de la acidez en el esófago midiendo el pH por medio de la pH-metria.

Complicaciones: Cuando el cuadro de reflujo es muy prolongado o severo, suceden fenómenos inflamatorios como la esofagitis, úlceras esofágicas y estrecheces en el esófago, que causan la dificultad del paso de los alimentos. En pacientes con enfermedad crónica la aparición de Esófago de Barret debe ser tenida en cuenta, ya que se trata de una lesión pre-maligna que, con el tiempo, y el en 1% de los casos, puede convertirse en cáncer.


Tratamiento: El abordaje terapéutico se divide en tres ámbitos:


Cambios en el estilo de vida y medidas generales:

  1. Evitar recostarse inmediatamente después de consumir alimentos.

  2. Reducir el tamaño de las porciones de alimento y la ingesta de las grasas, chocolate, pimienta, menta, café, etc.

  3. Promover la perdida de sobrepeso.

  4. Eliminar el tabaco y el consumo frecuente de alcohol.

  5. Elevar de la cabecera de la cama para que por efecto de la gravedad mejore el vaciamiento esofágico.

Tratamiento farmacológico: la piedra angular para el tratamiento del reflujo es el uso de los distintos medicamentos que controlan la secreción ácida gástrica. Pero también tenemos otros medicamentos como antiácidos, protectores de la mucosa gástrica y medicamentos que mejoran el drenaje y el movimiento esofágico y gástrico.

Y por último el tratamiento quirúrgico: solo se obtendrán los beneficios deseados si el paciente tiene las indicaciones precisas y cumple los requerimientos específicos para ser candidato. Los objetivos de la cirugía son:

  1. Restablecer la posición de la unión entre el esófago y el estómago dentro del abdomen.

  2. Normalizar la presión de cierre del esfínter esofágico inferior.

  3. Corregir la hernia hiatal si lo hay. Construir un mecanismo anti-reflujo.

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